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Photo by: Progressive International

«Esta es una guerra mundial en cámara lenta»: Internacional Progresista

Las fuerzas populares de todo el mundo se oponen a la escalada bélica contra Venezuela, que forma parte de una renovada Doctrina Monroe Global que busca desmantelar la soberanía y la autodeterminación en todo el mundo.

Declaración:

Nosotros, fuerzas populares de todo el mundo, condenamos inequívocamente la creciente agresión militar de los Estados Unidos contra la República Bolivariana de Venezuela.

Esta ofensiva representa una nueva y peligrosa fase de intervención imperialista que amenaza no solo al pueblo venezolano, sino también la estabilidad de todo el hemisferio occidental y el derecho universal de todas las naciones a la autodeterminación y la soberanía económica y política.

Hace dos años se cumplió el bicentenario de la Doctrina Monroe. Las fuerzas progresistas advirtieron que estábamos asistiendo a la renovación de la doctrina a escala mundial: el surgimiento de una Doctrina Monroe Global. Su lógica central perdura: que América Latina existe como una esfera subordinada, que la soberanía es condicional y que cualquier desviación será castigada. Hoy en día, esa lógica se ha expandido mucho más allá del hemisferio occidental, a medida que los Estados Unidos amplían su alcance hegemónico.

La arquitectura militar de la Doctrina Monroe Global se extiende por todo el planeta. En América Latina, las bases avanzadas estadounidenses en Colombia, Perú, Paraguay, Honduras y el Caribe amenazan con arrastrar a las naciones a un conflicto regional. Al igual que las más de 800 bases militares de los Estados Unidos en todo el mundo, funcionan como infraestructura material de control neocolonial: escenarios para golpes de Estado, instalaciones de entrenamiento para paramilitares y núcleos de inteligencia para desestabilizar gobiernos progresistas.

En las últimas semanas, Washington ha ampliado drásticamente su presencia militar en el Caribe. Ha desplegado recursos navales en las aguas que rodean a Venezuela, ha aumentado los vuelos de vigilancia y las operaciones de inteligencia, ha coordinado ejercicios militares conjuntos con aliados regionales, ha emitido amenazas abiertas de intervención militar directa con el pretexto de operaciones antinarcóticos e incluso ha asesinado a civiles en barcos pesqueros de al menos dos países. El patrón es inconfundible: el imperialismo estadounidense se está preparando para la guerra.

Esta escalada profundiza una campaña de guerra híbrida contra Venezuela que ha persistido durante más de dos décadas. En ese tiempo, el pueblo venezolano ha enfrentado sanciones económicas generalizadas diseñadas para empobrecer a la población y desintegrar el tejido social; el sabotaje de infraestructura crítica; el financiamiento y la coordinación de movimientos violentos de oposición e intentos de golpe de Estado; la incautación de activos nacionales en el extranjero; y operaciones clandestinas que van desde complots de asesinato hasta incursiones paramilitares.

El nuevo ataque no tiene que ver con los narcóticos ni con ningún líder en particular. La propaganda imperial personaliza y demoniza sin descanso los movimientos en favor de la soberanía. Este ataque se dirige contra el propio proyecto bolivariano y el proyecto del socialismo en América Latina: el esfuerzo por redistribuir la riqueza, desafiar la ortodoxia neoliberal y afirmar la independencia del capital transnacional.

Desde que Hugo Chávez y los movimientos populares que lo llevaron al poder iniciaron la Revolución Bolivariana a principios del milenio, Venezuela ha demostrado que aún son posibles futuros alternativos: que la riqueza petrolera puede financiar programas sociales en lugar de corporaciones extranjeras y oligarquías nacionales, que la integración continental puede construirse sobre la base de la solidaridad en lugar de la dominación, y que los descendientes de los colonizados y esclavizados pueden ejercer una soberanía significativa sobre sus territorios y recursos.

Esta renovada ofensiva imperial amenaza a más que a Venezuela. Al igual que el bloqueo de seis décadas a Cuba, la agresión económica y militar contra Irán y el genocidio en curso en Gaza, forma parte de una estrategia global para destruir la base material de la soberanía en el Sur Global. No se trata de conflictos discretos, sino de núcleos de un único sistema de dominación capitalista a escala mundial.

Los estrategas estatounidenses describen esto como «secuenciación estratégica», una metodología de confrontación global escalonada diseñada para aislar y agotar uno por uno los centros de resistencia, impidiendo su consolidación en un bloque antihegemónico unificado. Es una guerra mundial en cámara lenta. Cualquier derrota de las fuerzas de liberación humana acelera este descenso global.

Sin embargo, esta lógica puede —y debe— ser cuestionada. América Latina ya ha sentado las bases para hacerlo. En enero de 2014, en La Habana, Cuba, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), durante su segunda Cumbre, declaró la región como «zona de paz», un compromiso colectivo para resolver los conflictos mediante el diálogo en lugar de la fuerza, respetar la soberanía y la no intervención, y construir un orden regional alternativo basado en la cooperación en lugar de la dominación. Nunca ha sido tan urgente defender esa visión frente a quienes pretenden reimponer la lógica de la intervención militar y la sumisión.

Por eso, las fuerzas populares de todo el mundo declaramos nuestra solidaridad inquebrantable con el pueblo venezolano y su proyecto revolucionario, y nuestro firme rechazo al militarismo de los Estados Unidos. Demandamos el cierre de las bases militares estatounidenses en el extranjero, nos comprometemos a organizarnos contra la agresión imperialista con todos los medios a nuestro alcance e instamos a los Estados miembros de la CELAC a que mantengan su compromiso con la paz continental, ya que el espectro de la guerra amenaza con enterrarla para las generaciones venideras.
Firmantes

   Abahlali baseMjondolo, Sudáfrica
   BAYAN, Filipinas
   BDS Namibia, Namibia
   Black Alliance for Peace, Internacional
   Center for Research and Elaboration on Democracy, Italia
   Climate Vanguard, Reino Unido
   CODEPINK, Estados Unidos
   Congolese Solidarity Campaign, República Democrática del Congo y Sudáfrica
   Communist Party Marxist - Kenya (CPM-K), Kenia
   Comuna Socialista El Panal, Venezuela
   Coordinadora Mexicana de Solidaridad con Venezuela, México
   Fuerza Patriótica Alexis Vive, Venezuela
   Haqooq-e-Khalq Party, Pakistán
   International Action Center, Estados Unidos
   International Association of Democratic Lawyers, Internacional
   Kuwaiti Progressive Movement, Kuwait
   Lucha Movement, República Democrática del Congo
   Manzese Working-Class Women Cooperative, Tanzania
   Mazdoor Kisan Shakti Sangathan (MKSS), India
   Mexico Solidarity Project, México/Estados Unidos
   National Lawyers Guild, Internacional
   National Students for Justice in Palestine, Estados Unidos
   Nodutdol, Estados Unidos
   Palestine Solidarity Alliance, Sudáfrica
   Palestinian Youth Movement, Internacional
   Partido Popular Socialista de México, México
   People's Congress, Colombia
   People's Health Movement, Internacional
   Pudemo, Suazilandia
   Qiao Collective, Internacional
   Socialist Movement of Zimbabwe, Zimbabue
   Sovereign Media, Internacional
   Tanzania Socialist Forum, Tanzania
   The Freedom Movement of Uganda, Uganda
   The Marxist Group of Namibia, Namibia
   US Palestinian Community Network, Estados Unidos
   Venezuelanalysis, Venezuela
   Venezuela Solidarity Campaign, Reino Unido
   Venezuela Solidarity Network, Estados Unidos
   Vox Ummah, Internacional
   Workers World Party, Estados Unidos
   Youth Climate Finance Alliance, Estados Unidos
   Zimbabwe People's Land Rights Movement, Zimbabue
 

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