Skip to main content
Sudan

En solidaridad con el pueblo de Sudán

El Movimiento por la Salud de los Pueblos se solidariza con el pueblo de Sudán, que sufre un conflicto que viene desarrollándose desde 2023. En medio de la violencia y los desplazamientos forzosos, el pueblo de Sudán se enfrenta a una crisis de abastecimiento que tiene a millones de víctimas al borde de una crisis de inseguridad alimentaria.
El conflicto sudanés, que comenzó el 15 de abril de 2023 tras una lucha de poder entre las Fuerzas Armadas Sudanesas (FAS) y las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), ha persistido durante casi 18 meses, causando una desesperación generalizada y desencadenando una grave crisis humanitaria.

Aunque gran parte de los combates se han centrado en Jartum, la capital, las repercusiones del conflicto se han extendido a otras regiones de Sudán. En Darfur han surgido informes inquietantes sobre asesinatos en masa, desplazamientos forzosos y acusaciones de limpieza étnica atribuidas al conflicto en curso. La población civil de todo Sudán se ha llevado la peor parte de esta crisis, con informes alarmantes de facciones enfrentadas que muestran poca consideración por la seguridad y las infraestructuras civiles.

El conflicto en Sudán ha tenido consecuencias devastadoras, como desplazamientos generalizados, pérdida de vidas y una grave inseguridad alimentaria. Internamente, 7,7 millones de sudaneses se han visto obligados a abandonar sus hogares, mientras que otros 2 millones han buscado refugio en países vecinos como Chad, Egipto, Etiopía, Libia, República Centroafricana, Sudán del Sur y Uganda (ACNUR, junio de 2024). La crisis de los desplazamientos no sólo ha desarraigado a las comunidades, sino que también las ha sometido a peligrosos desplazamientos en busca de seguridad.

Esta crisis ha causado aproximadamente 15.000 muertes y ha desencadenado una emergencia humanitaria, dejando a unos 25 millones de personas (la mitad de la población del país) necesitadas de ayuda urgente. El impacto en la seguridad alimentaria es nefasto, ya que afecta a 18 millones de personas, aproximadamente el 37% de la población, que necesitan ayuda alimentaria inmediata para sobrevivir (IRC, abril de 2024). Los niños son especialmente vulnerables: se calcula que 14 millones necesitan ayuda vital. Entre ellos, 7,4 millones carecen de acceso a agua potable, lo que aumenta el riesgo de enfermedades transmitidas por el agua, mientras que 2 millones no han recibido las vacunas esenciales, lo que les deja expuestos a enfermedades prevenibles.

Para empeorar las cosas, muchas zonas seguras de los estados del norte, donde se ha desplazado a personas que huían de zonas de conflicto, han estado expuestas a lluvias torrenciales e inundaciones que han arrasado pueblos enteros y desplazado a miles de ciudadanos a descampados y zonas montañosas y elevadas, haciéndolos vulnerables a enfermedades y picaduras de escorpiones y serpientes.

Además, cuestiones sistémicas como el racismo han exacerbado los problemas de derechos humanos en Sudán, creando una situación persistente y compleja que exige atención y solución. Los informes indican continuas violaciones de los derechos humanos y del derecho humanitario, como el desprecio por la vida de los civiles, asesinatos esporádicos de civiles, saqueos y el uso de la violencia sexual y de género como armas de guerra. Las partes enfrentadas en Darfur se han visto implicadas en crímenes de guerra, lo que les ha restado legitimidad popular.

Los ataques contra el personal y las instalaciones de salud han seguido siendo una característica de las violaciones del Derecho Internacional Humanitario en este conflicto, el último de los cuales ha sido el bombardeo del Hospital de Matronas de Omdurman, uno de los hospitales de obstetricia y ginecología más antiguos que atiende a un gran número de mujeres de la zona, sólo 24 horas después de que fuera restaurado y volviera a funcionar gracias a los esfuerzos de iniciativas y movimientos populares tras haber estado fuera de servicio durante más de un año.

De este modo, el conflicto en curso se ha agravado hasta convertirse en una crisis humanitaria polifacética, que agota los recursos y pone en peligro la vida y el futuro de millones de personas en Sudán y más allá de sus fronteras. Ahora, más que nunca, es necesario actuar con urgencia para rebajar las tensiones y aunar la solidaridad internacional con Sudán. Es crucial abordar con rapidez las graves necesidades humanitarias y garantizar que la respuesta y la ayuda de emergencia lleguen a todos los segmentos de la población, especialmente a los más vulnerables. Los esfuerzos inmediatos son esenciales para aliviar el sufrimiento, restaurar la estabilidad y allanar el camino para una recuperación sostenible en Sudán.

Hacemos un llamamiento a las facciones beligerantes para que cesen las hostilidades contra la población civil, desescalen el conflicto, garanticen el acceso de la ayuda humanitaria y faciliten corredores humanitarios para las misiones médicas y la atención humanitaria de emergencia.

Hacemos un llamamiento a la comunidad internacional, a los derechos humanos, a los derechos sanitarios y a las organizaciones de la sociedad civil para que pidan un alto el fuego inmediato y duradero y redoblen sus esfuerzos para proporcionar la tan necesaria ayuda humanitaria.